lunes, 3 de junio de 2019

La Astronomía por placer

Charla dada por José  Alberto Villalobos, en la Ecuela Normal Juan Demóstenes Arosemena. Santiago de Veraguas, Panamá.
Diapositivas base, para usar con Power-Point.

Los seres humanos comenzamos a ver y a asombrarnos con las estrellas del cielo nocturno, muchísimo más antes de que tuviéramos la capacidad de razonamiento para comprender el cómo y el porqué de ellas.

Desde luego, nunca podemos ver el cielo a ojo desnudo, como se mostró en la fotografía anterior, puesto que el ojo mira “en tiempo real”.

La retina no tiene la capacidad de acumular energía (o pixeles), como si la hacía la antigua película fotográfica o lo hacen los modernos “chips” digitales.

La foto de la izquierda es aproximadamente lo que podría mirar el ojo, en una noche despejada y oscura.
< Constelación Orión.

Disfrutaron creando en su mente patrones o configuraciones de estrellas que se les repetían una y otra vez cada noche, lo cual desde el principio fue un juego divertido y comenzó a estimular su curiosidad.

Sin duda, esto contribuyó como aspecto fundamental para el desarrollo de la inteligencia humana, para más adelante llegar a entretenernos con el razonamiento crítico, la lógica, la filosofía, la matemática, la ciencia y lo que hoy conocemos como astronomía.

La componente lúdica nunca debe perderse en ninguna actividad humana. Siempre debemos sentir placer por realizar todo lo que nos gusta.

Si por añadidura viene acompañada de algún tipo de recompensa física, que desde luego ha sido y será necesaria, como estímulo para continuar y para nuestra sobrevivencia, eso ocupa un segundo lugar.






Siempre ha sido un placer para la vista y el cerebro humano ver los grupos estables de estrellas brillantes como los que ahora llamamos “las tres marías”, “las siete o más cabritas”, el aparatito para pescar que nos sugiere un anzuelo, o mejor  “un escorpión”, etc.



Ni qué se diga de las innumerables figuras de tres y cuatro lados como el “papalote y su cola” que forman las estrellas de la constelación Crux  (la cruz del sur) y de Centaurus.

Posiblemente los grupos de estrellas nos iniciaron en la entretenida y luego útil actividad de contar y la manía de ponerle nombre a las cosas, aunque no sepamos del todo lo que son, como ahora lo hacemos con la materia oscura y la energía oscura.

¿Qué podría ser este objeto, que todas las noches lo vemos casi en el mismo lugar y a la misma hora?






Nuestros ojos se ha deleitado con las regiones que parecen pequeñas nubes terrestres, algunas con colores como le vemos a los cuerpos en la Tierra. La “Nebulosa de Orión”, las de “Sagitario” y de “Escorpión”, más toda la complejidad de estrellas, cúmulos y nebulosas de la banda de estrellas que ahora llamamos “Vía Láctea” son maravillosos regalos para nuestra vista, que la naturaleza nos trae noche tras noche.


Cuando nos dimos cuenta que algunas estrellas se movían en pequeños círculos y que había una que casi no se mueve, descubrimos el “polo norte celeste”. 

Desde luego nuestro cerebro nos hizo volver la vista hacia el punto opuesto, aunque estuviese bajo el horizonte y dedujimos su existencia y posición, y así comenzamos a ver de una manera utilitaria la “Cruz del Sur”.





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